08 Feb Quijota 1ª Parte – Centro Cultural Matadero 2020
Vídeo producido por Elena Castellano
16-26 enero, 2020 – Centro Cultural Matadero – MADRID
Normalmente, con doliente y cruel espada de fuego, los mensajeros alados, anuncian apocalipsis cotidianos.
Otras, las menos, graciosos diosecillos, apenas niños, se muestran en los cuadros barrocos, como anunciantes de la buena nueva del Dios encarnado.
Estos autómatas divinos, construidos antes que el ser humano, asexuados o con la ambivalencia propia de lo por primera vez creado, llevan en sí, como todo esclavo, la imagen de su señor, y el anuncio de su rebelión, debidamente programado.
Sus descendientes los robots, aparecidos con tal nombre por primera vez en 1921 en la novela R.U.R, de Karel Capek, no son, sino epígonos deficientes, de los primeros.
Entre unos y otros, variedad de seres intermedios: marionetas, títeres, figuras de cera, maniquíes articulados, autómatas mecánicos y con la llegada de la cultura de masas, Frankensteins, Supermanes y demás engendros de ficción tan bien desmenuzados por Umberto Eco.
Unos y otros, intentos de emular o replicar al hombre, para alcanzar, en dicho acto creativo, la esencia de Dios.
Isabel Gómez Liebre, actriz, performer y artista visual, nos presenta en esta ocasión para el espacio de arte ”Extensión AVAM, Matadero” su propuesta “Quijota”.
Siguiendo la línea marcada por su anterior “Liliput”, aúna mito y literatura, con personajes que realizan un viaje iniciático.. como todos los héroes.. en el que abandonan la seguridad del mundo conocido, para realizar un periplo interior, desde la otredad.
No es otra cosa la madurez y es heroína toda aquella que la alcanza.
El viaje, en “Liliput”, y por las tierras manchegas, lo realizan, en las andanzas literarias, hombres. Isabel, incide en el cambio de género de los protagonistas, haciendo un ejercicio reivindicativo y performativo, con respecto al género, siendo sus heroínas, mujeres.
Mientras que en ”Liliput” la mujer debe de ajustarse a una adaptación corporal, su exterioridad es puesta en juego, con respecto a las sociedades y culturas que atraviesa, en “Quijota”, será un viaje interior además de exterior, que la llevará desde su hermoso delirio, hasta la final cordura, o no…
Estas autómatas que se mueven en brazos de un destino trazado por un creador exento a la historia, son iguales máquinas con un código de movimiento trazado en ellas, dotadas por la artista de nueva vida, un nuevo automatismo en diferentes soportes, adaptando su apariencia a la nueva realidad.
47 propuestas plásticas y visuales, sobre lienzo, aluminio, cartón o acetato.
Desde la monumental “Quijota en Vespa”, protegida por dos ángeles custodios, y su aura que acredita el hecho extraordinario, en olor de santidad, de su salida milagrosa del espacio del lienzo… con un virtuoso tratamiento del color, recuerdo de madonas del renacimiento, en medio de un realismo mágico, que la une con anteriores series de figuras de mujer… a la austeridad del muestrario de armaduras, que como buena caballera, debe poseer..
Trajes de guerra, vestuario y escenografía, personaje y envoltorio, se hablan, siendo ya sin el otro, perfectamente reconocibles, dándose una relación metonímica entre las partes.
Aquí, fondos planos, ilusión de segunda piel protectora vegetal.. rosado resplandor para el fulgor de las batallas cotidianas.. Armaduras hielo, armaduras evanescentes, que se disuelven en átomos en proceso de desaparición, un interior que ya no está..
Trajes armados de aquellos actores mejor formados, que siguiendo la teoría de G. Creig, “La Supermarioneta”, serían movidos por automatismos.. adquiriendo mediante ellos, la mejor representación, al lograr anular los vicios del actor.
No está “Quijota”, o sí lo está, en la búsqueda de la esencia que nos lleve hacia una forma pura, en una tarea artística de invención permanente…
Otra variación de soporte, conlleva otra mirada y merece atención su serie de acetatos, fotografías, que siempre son una huella, fulgor detenido, espacio de coleccionista, álbum familiar, arqueología de lo ordinario y de lo extraordinario, vitrina de Gutiérrez Solana, en el que el visitante admira y es admirado, por el maniquí, imagen contemplada…
“Quijota” más real y por ello con menos alma, nos decían que la máscara es la verdadera identidad, nos contempla.
Asume diferentes escorzos, perspectivas desde la que nos mira, haciéndonos sentir ser esos peces, axolotl, de que nos habla Cortazar, y que se transmutan en visitantes de zoo, en una eucaristía visual compleja y diáfana, imágenes metamofoseadas por Alain Tanner en su película, “En la Ciudad Blanca”.
“En la carretera”, serie sobre soporte de cartón, creemos descubrir, una “Quijota”, transmutada al séptimo arte, en el que una vez más, asume un cambio de género en su huida entre el maizal, siendo conductora con auto y sin él, de un destino en el que ella marca sus tiempos y sus andanzas.
Y, finalmente, la extraordinaria serie de dibujos, que tratan de llegar a la esencia del personaje, desde una existencia entre el barroco y el renacimiento… figuras de ballet, disoluciones en propuestas minimalistas.. homenaje tal vez al Ballet Triádico, de Oskar Schlemmer, como en él, se definen unos “cuerpos basados en la conjunción y reconciliación entre lo orgánico y lo técnico, aunque sin caer en lo mecánico…” En suma, un Universo pluriverso.
“Quijota”, inicia su andadura, en palabras de Isabel Gómez Liebre:
“Primera parte de un recorrido introspectivo, experimental, interdisciplinario y polifacético.
En segundas, terceras, cuartas y quintas partes, abordaré otros infinitos aspectos, que me sugieran, como modo para experimentar, sensaciones visuales.
Juego, transformación, proceso, desafío”.
Eduardo San Pedro